La Micronovela Parte IV

Periodistas y cine negro

El periodista como eje de "El Pintor"

Ya hablamos de Danny DeVito como el periodista de "Secretitos" en LA Confidential que junto a Kevin Spacey hacen de pareja conductora de la trama de Cine Negro actual; y es que los periodistas son una golosina dentro del género pues ellos tienen licencia para husmear y descubrir la verdad que en otras profesiones les sería imposible.

En este caso es un periodista de chismes que se introduce en los bajos fondos de una ciudad deslumbrante por su belleza que esconde secretos inconfesables. Una ciudad que, amamantada por un sol casi permanente, oculta vicios y malos hábitos bajo toneladas de maquillaje como un bello disfraz que oculta una sociedad putrefacta y corrompida.

Danny DeVito en LA Confidential investigando junto a Kevin Spacey


Otro actor fetiche del cine negro, James Cagney, interpreta un papel de periodista en la película Muero cada amanecer. Aquí el bueno de James es un periodista honesto y honrado bien visto que acaba con sus huesos en la cárcel al publicar las cuentas de la mafia.

Allí habrá de comprobar la diferencia entre los dos mundos, pasando por el drama carcelario donde descubre el valor de la amistad y el compañerismo como una paradoja, y es que muchas veces los deshechos de la sociedad son menos miserables y más honrados que aquellos de apariencia formal, recta e íntegra. El tópico del "arriba y abajo" junto al del "verdadero miserable".

Oscar a James Cagney, por tantas tuvo que ganarlo...


Por último una película menor de un grandísimo actor - menor en cuanto a éxito y relevancia, claro... que su calidad es indiscutible -, James Stewart en "Call Northside 777" traducida acertadamente como "Yo creo en ti" donde el periodista es un sabueso que a partir de un anuncio en palabras descubre que una humilde mujer trata de sacar a su hijo de la cárcel acusado falsamente de un asesinato.

Otra vez el tópico de la causa justa, del condenado injustamente.



James Stewart llamando a Northside 777 para descubrir la verdad del caso en "Yo creo en ti"

Para saber más del género podéis consultar AQUÍ el artículo firmado por Victor Arribas. Magnífico artículo, gracias.

Ya vemos que un periodista es una buena herramienta para desentrañar la trama de una micronovela de serie negra. Sigamos pues con la cuarta entrega. 


EL PINTOR PARTE IV
(...)
Pagamos de forma precipitada los cafés y corrimos al ritmo que la ciudad nos venía susurrando muy de mañana, alcanzamos la calle Agustín de Foxá y subimos a la planta décima de uno de sus altos edificios. Entramos en un piso donde sólo había cuadros y oscuridad. Las persianas estaban bajadas y el polvo aparecía suspendido entre las rendijas que la luz dibujaba en la habitación a través de las persianas, corrimos hasta la última sala a través de un pasillo repleto de cuadros, bocetos y caricaturas en un ambiente angustioso y recargado por momentos.

Miradas I de María Magdalena Sorhorbigarat. Más datos en el link 

Al llegar al fondo pude sentir cómo decenas de ojos se ponían sobre mi espalda como agudas espadas de metal afilado y puntiagudo. En las paredes colgaban esas miradas solitarias y perfectas, acuosas, violentas y depresivas; pero en el fondo de todas esas pinturas había una pequeña esperanza que iluminaba la propia mirada. Una luz misteriosa que daba profundidad a los ojos. Una pequeña gota de un alma pura y expectante que dibujaba un final definitivamente feliz.

  • Esto es increíble, son unas miradas maravillosas. Confundidas y determinadas, apenadas y dichosas...
  • Eso es una basura infecta amigo mío... No le he dicho ya que no encuentro la forma de pintar la mirada de ese hombre. ¡Esa no es la mirada!... - Le tomé del brazo para intentar relajarle y mantenerle centrado en la conversación, pues parecía demasiado inquieto rebuscando entre los papeles de la mesa.
  • Estas son unas miradas impresionantes, muy difíciles de mejorar. Nunca en mi vida he visto nada semejante. ¿Cómo es capaz de negarme esta evidencia?
  • Oh, sí... ¡claro que he hecho algo mejor!, lo tiene usted detrás. En ese cuadro sí verá una mirada decente y no esas patrañas que me señala como obra maestra...¡bah!


Siguió rebuscando entre los papeles, casi desesperado y me acerqué al cuadro que me señalaba. Se encontraba sobre un atril y cubierto con una manta negra. No era demasiado grande... Un lienzo de los que solía emplear para ensayar cuadros, hacer bocetos más cerrados. Me acerqué y lo toqué con la seguridad de que tras ese telón se escondía una obra maestra. Probablemente su mejor obra, porque cuando un artista como él llega a ese grado de excitación es porque sus manos han compuesto una sinfonía perfecta de formas y colores.

La mano me temblaba al contacto de la tela y la boca se me secaba de puro nerviosismo. Iba a ser la primera persona en ver la obra entre las obras de Kevin Shepard, un inglés afincado en España desde su más tierna juventud que buscaba la mirada perfecta en sus últimos años de una larga y fructífera carrera – paladeaba cada palabra de mis pensamientos como si ya estuviera escribiendo el articulo definitivo sobre Kevin -. Dejé caer el trapo... desgranando la columna que escribiría en el periódico de ser esta la ocasión propicia.

  • ¡¡Aahhh!! - Un grito indescifrable brotó de mi garganta. En el lienzo, el dibujo de un hombre colgado de una soga que se balanceaba atado a una viga en la misma habitación en la que nos encontrábamos. Un rostro extraño y extravagante con la mirada enloquecida y apagada, una mirada desorbitada y vacilante dentro de una especie de caricatura infecta - lamentable reflejo del propio autor -. Un autorretrato del pintor que se me aparecía como un feto balbuciente e inacabado, un auténtico bodrio tan impactante como vomitivo.


En esa mirada desorbitada del rostro pintado se adivinaba al autor de forma retorcida e inmisericorde. Intenté ponerme en el lugar de una obra incomprendida en el tiempo que fue concebida, como “el Saturno” de Goya; pues la distancia entre lo genial y el bodrio es, en ocasiones, tan sutil que lo que parece concebido como una gran obra puede resultar, al final, un ridículo espantoso. Esta obra distaba mucho de llegar a ninguna genialidad y se podía calificar, sin temor alguno, de grotesca y ridícula.

La explosión de su tradicional paleta de colores, tan sorprendente como cálida, deslucía ante la estupidez del cuadro que no pasaba de un mero boceto infantil y lamentable. ¿Cómo era posible que alguien que, al final, había llegado a rozar la perfección en la pintura fuera capaz de pintar eso y considerarlo como una obra genial? Solo la locura explicaba tal cosa.

  • ¿Es hermoso, verdad? - Su mirada difusa, me convenció definitivamente de que a ese hombre le había obsesionado hasta tal punto tal mirada que era incapaz de regir ni coordinar, de medir ni de comparar. – Creo que nunca he hecho un cuadro mejor en mi vida, pero aún no he alcanzado esa mirada que veo en aquel hombre... ¿Donde estará ese dichoso papel?


Me sentí ciertamente asustado de que un genio perdiera hasta tal punto la cabeza y decidí ayudarle a encontrar el famoso papel que tan enloquecido le tenía. Me acerqué hasta donde estaba y rebusqué con él algo que no sabía ni qué era, ni siquiera si ese algo existía. Porque la verdad se había diluido en la locura con solo descorrer un trapo que descansaba sobre un lienzo.

  • Pero, hombre de Dios, tápelo de nuevo. No ve que se puede estropear y esto vale mucho dinero. - Me dijo en ese típico tono paternal de cuando el niño no aprecia el valor de las cosas mientras tapaba con su lienzo el cuadro.
  • Sí, sí. Por favor... tápelo. Y perdone.
  • Ah, ¡aquí está! - Blandía en su mano una hoja de papel con membrete de su marchante de arte, su mano temblaba como si fuera la mano nerviosa de un chico pequeño ante los regalos de su cumpleaños. - Lea, lea... Por favor.

Me entregó el papel y recompuse el gesto esperando lo peor, dada la situación... nada bueno podía esperar de esa carta. Carraspeé levemente, recompuse el gesto y empecé a leer.

Querido Kevin,
Le escribo para trasladarle mi más sincero agradecimiento por mantener el contrato que nos liga y, a la vez, para desearle muy buena salud. Le comunico que recientemente ha fallecido el ilustre pintor y compañero suyo Don Genaro Benavides Lerma, el afamado autor de “La colina mojada” entre otras grandes obras. Con motivo de tan lamentable pérdida hemos querido rendirle un sentido homenaje a través de una exposición temporal de alguna de sus obras con subasta final de diez de ellas, de las que tres serán para sufragar los gastos familiares en razón de la herencia. En confianza le digo que ya sabe el frágil estado del mercado del arte y lo importante que es que todos arrimemos el hombro para sacar nuestros proyectos adelante.
Este esfuerzo se verá, sin duda, recompensado con la alta participación, para lo que contamos con usted y deseamos que lo haga con alguna de sus últimas obras que considere más insignes. Le reitero nuestro agradecimiento por su amabilidad y le deseo nuevamente la mejor salud.
Agradecido
Don Estanislao Garríguez
Gerente de Marchantes de Arte S.A.
PD. Le recuerdo nuestra completa disposición para celebrar la exposición antológica de sus obras para el mes de mayo del año en curso, tal y como ya hemos concertado.”
Mirada de Cecilia Arrate, link
  • Sí, bueno... Una mala noticia y una carta bien presentada. Muy correcta diría yo.
  • Lea entre líneas hombre de Dios, lea entre líneas – Su mirada firme y cabal, sus ojos fijos sobre los míos y sus manos tensas sobre la carta hablaban de evidencias, de presión imposible de atender y de amenazas tácitas pero nítidas para buen entendedor del negocio. - Sin embargo, el cuadro a cubierto me susurraba al oído: “síguele la corriente como si la carta contuviera esas evidencias de las que habla.”

FIN DEL CAPÍTULO I

Continuará (...)



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